Yo había decido irme, ya ese lugar, su gente, sus calles me obligaban hacerlo. No veía nada que me interesara. Antes las noches eran suaves, silenciosas, una que otra bicicleta que pasaba con el único ruido de su cadena rechinando por falta de lubricacion cuando pedaleaba esa sombra de un hombre con un loro parado en su hombro como un pirata erróneo montado sobre ruedas. Yo lo había decidido, volvía a casa después de un día de los de todos los días, trabajar, salir, dirigirme en silencio por esas calles que me llevarían a una entrada, un pasillo que cada vez se me hacia interminable, cansino, eterno, o era mi decisión que me llevaba a verlo así. Pararme frente a esa puerta de latón que siempre iba a pintar y que cada noche al penetrarla con la llave, me hacia acordar a los rostros de las travestis del cementerio de la Av. Lopez y Planes. Caras amarillentas por las farolas que iluminaban a esos cuerpos que de lejos se parecían por sus facciones grotescos a muertos, confundiendo si eran muertos que habían salido por un rato y que algunos al verse desnudos, en sus ataudes, iban abriendo otros para sacar ropas de otros cadáveres, sin importarles que algunos llevaran restos de esos cuerpos. Corpiños con tetas muertas, flácidas o exageradas, pelucas raídas, o polleras con restos de carnes. Todo eso pensé en décima de segundo cuando abrí la puerta descascarada.
Entre, tomo el bolso negro con una franja roja en el frente. Mi pareja y su amante dormían flácidamente, no prendí la luz, conocía bien la imagen y hasta la forma de posiciones adoptadas por los dos, ya no me importaba, yo lo había permitido, cuando mi pareja me dijo..ey, enseñame a ser libre, enseñame a vivir, ayudame a comprender lo que tu siempre entiendes y yo no. Esa mentira que me hacia creer que era lo que el no creía, pero era parte de su juego...No quemarse, no jugarse, no tener culpas. Así era ese cuando yo amaba. Todo empieza cuando su padre estaba internado en el hospital, agonizando, el iba me decía a acompañar sus últimos días a sus nuevos días. Se acostaba con ese enfermero que vivía cerca del rio, que era humilde, que cuando miraba fruncía la boca en una forma, tan extraña, siempre me han dejado un mal presentimiento, los hombres que frunce los labios..
Cuando entro a casa, se quedo en ella, no me importaba porque ya me había decido a irme a otras ciudades, a otros amores, o a otras puertas descascaradas.
Mientras en la oscuridad llenaba mi bolso de ropa, libros, mi música; pensaba en que yo los había juntado, cuando esa noche cenamos los tres, fue ese momento, ese comentario que hice al pasar, ya que ellos como empezaban a ser amantes actuaban como tal, dos desconocidos, pero que al mirarse veían sus cuerpos desnudos y armaban sus propias posturas, caricias, sudor, sus liberales juegos sexuales, mientras el dueño del amor hacia comentarios sobre lo que había vivido en el día. Nada les importaba de mis vivencias, pero como todo poderoso que puede romper las ilusiones con una sola silaba, pido permiso para retirarme de la mesa y les digo- Chicos, pueden dormir juntos esta noche, porque tengo mucho que estudiar. El, se empezó a roerse las comisuras de los costados de las uñas, algo que odiaba porque era su táctica para demostrar que estaba nervioso, que estaba al descubierto, pero nada mas me importaba, me miro y con esos silencios de palabras pero en su miraba decía a gritos que me odiaba por haberme darme cuenta, que no me importaba ya sus juegos de no jugarse. Me pide algo, no me acuerdo que era, todo era para mi desinterés, todo era un estado de libertad cortada, un juego de adultos que era patético al vernos tan niños en ese juego sin reglas, ni reglamentos.
Pasan los días y ahora me acuerdo la discusión, El se cansaba rápidamente de sus amantes, yo sabia que era un coleccionista de sus caprichos, siempre volviendo a mi, con su frase característica: Porque no haces nada para cambiar esto, siempre vengo a vos, como un maldito esclavo pidiéndote perdón por no saber que hacer cuando se termina el juego.
Lo miraba y le contestaba como lo que ya era un autómata. Simple me has pedido a ser libre, me has dicho que te deje ser, bueno eso es lo que pides, lo que sientas o te dejen ya es una problematica que tendrás que saber resolver, esa es la libertad de ser, mi querido compañero, eso es lo que has pedido.
Se arrodillaba y se ponía a llorar, pidiendo que no lo abandonara. Irónico pedirle al abandonado un abandono. Me pide que le diga a su amante que se fuera de casa, que yo no tenia que permitir eso nunca mas.El no sabia que yo estaba enamorado de un bolso y un pasaje que ya tenia sacado con antelación que me llevarían a otras ciudades, a otras sombras. Le dije que hablaria con el, que no se preocupara que es mas fácil enfrentarse a un amante que de un amor.
Llego el amante, yo estaba estudiando, había tenido un mal día en mi trabajo. Trabajaba en un "Centro Contactologico", pulía las lentes, siempre me imaginaba que al ser ese trabajo borraba la pulir las lentes todo los que esos clientes habían visto, que al venir a retirarlos, ellos ya no tenían memoria de lo que sus miradas habían visto. Se acerca para saludarme, le entrego la mejilla para el mecánico beso de hola, como estas. Lo miro y le pido que se siente. Al mirarlo pensaba, como se le dice al amante de tu pareja que ya no lo satisfaces, que siempre vuelve al comienzo, decirle, ya no te ama, no entiendo a cual de los dos, pero ese día le tocaba a el.
No me acuerdo lo que le dije o no quiero recordarlo, ya no quiero mas ese juego mas viejo de la historia, abandonar, pero eso si, entiendo, entendiendo que tienes que ser bien abandonado, la siquis y los médicos dicen que es bueno, abandonar, es sano...no!.
Me pide una hoja de de mi block, una lapicera y entra vestido todavía de enfermero al baño. Tarda bastante, preparo mate, sale con la cara hinchada de haber llorado, ya conocía esa acción, la había pasado miles de veces. Me pide que le de un abrazo y que lo perdone, por si me había hecho sufrir, vivenciando todo. Lo mas patético de toda la escena era ver que el amante siempre se da cuenta y pide perdón, cuando lo abandonan. No soy Dios, soy parte de ese perdón hacia el porque no sabe que di libertad, soy yo el verdadero abandonado, el amante, que difícil es ser libre en las emociones, solo se que he sido al final un preso en esta historia sin amores, el torturador, el victimario delante de la víctima.
Me da un beso, hace "su bolso", sale y se vuelve,me mira y me dice: El te ama.
Llega El, el amante ya se había ido, pregunta con voz temblorosa, se fue, contesto con un si tan vació como toda la situación. Mira un pedazo de papel, receta, nota, no vi cuando fue dejada, la toma, la lee y empieza a llorar, diciendome, mira!, quiso suicidarse, hay manchas de sangre derramadas en la nota. Lo miro y le digo- no, como no podía desteñir con sus lágrimas la tinta de la lapicera, se pincho dos dedos y te dejo gotitas de sangre.
No cenamos, me voy a dormir, estaba cansado de mucha escena patética, a parte me dolía la cabeza de estudiar y entender. Estoy en la cama totalmente dormido, entra al cuarto, se para contra la pared. Quiero saber saber si todavía lo amo, hagamos el amor. Necesito saber, es para vos, para que te sientas bien. Me sobresalto, lo veo parado contra la pared, en calzoncillos, esos que coleccionaba con diferentes diseños, todo coleccionado. Su piel se reflejaba la blancura, sin un bello que le diera a esa blancura, un poco de color, era como muerta, esas pieles que dan escalofrío tocar, besar, sentir.
Me levanto, salgo al balcón, prendo un cigarrillo, la noche estaba fría, gris, como siempre, gris. Me visto tomo mi bolso negro con una franja roja a los costados, saco mi pasaje.
Ahora estoy viviendo en un país, cualquiera, donde hay amor, pero yo he renunciado amar, ahora quiero saber que es la libertad, que nunca he tenido.
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