jueves, 19 de mayo de 2011

Un viaje de naranjas


Estaba sentada en ese banco, esperando el micro para llegar temprano a casa. No llegaba nunca, o no queria que llegara, la noche acompañaba a estar esperando la espera, valia la pena . El aire me daba un aroma de naranjas recien cortadas. Ese aroma, segun dicen las viejas, el aroma dulce o suave, es porque la buena fortuna ha pasado frente tuyo, yo solo queria saborear esas naranjas que solo eran aromas en el aire. Despues hablaria con la fortuna o la obligaria que hablara conmigo, teniamos mucho que charlar, pero creo que la fortuna no pasaria a esa hora y menos esperar un micro que la lleve a su palacio o lugar sagrado.
Me picaba la nariz de tanto dulzor, tanto aroma a esas naranjas que unicamente podrian haber nacido de algun cuento como el de Garcia Marquez, naranjas con diamantes adentro. Ese aroma, pense que jamas lo podria llegar a olor mas, pero me  equivocaba, me hizo acordar a los perfumes esos unicos, donde te dan un papelito blanco en las puertas de las perfumerias, y sabes que te quedaras con ese instante, con ese pedacito de aroma en ese papelito, que lo piensas guardar eternamente en ese libro que he prometido leerlo y nunca me dan los tiempos.
Se acercaba una luz al principio, luego aparece la segunda rezagada, laconica, como si esa noche no quisiera cumplir la funcion de iluminar. Era mi micro que me llevaria a casa, con el aroma todavia en mi nariz de naranjas de la señora fortuna, o cuento de Garcia Marquez, algun dia sabria o no a quien pertenecia.
Subo con un letargo de no saber si es por la jornada de mi dia, por la noche tan suave, por el aroma o por mi pesadez corporal. El conductor que seria mi chofer hasta la parada de mi viaje, estaba por lo que reflejaba su rostro, hermoso por ser mi chofer que me llevaria despacio pero me llevaria a casa, tenia una mirada especial, no era usual que mirara con tanta dulzura a tal vez al ultimo pasajerode su recorrido y de su jornada. Me pregunta el valor del viaje, le respondo atonita porque cada vez lo veia mas atractivo, mas hombre, mas.
Le digo el valor del ticket de pasaje y me dice con una voz, que parecia preparada para contestar con cortesia, casi vamos a terminar juntos, lo mire y me empezo un temblor inusual, y menos al subirme a un micro. Sonrei, como si en vez de darme mi ticket, me hubiera regalado la naranja que tanto deseaba comer. Note algo especial, no me podia mover, bajo la mirada y antes de darles las gracias, mi mirada se desliza suave, casi sutil, por las piernas entreabiertas por la posicion al conducir, eran fuerte, como decia un amigo columnas griegas para cuerpos unicos, eso es lo que veia, algo unico, como esas naranjas.
Era extraño, jamas habia mirado asi a un hombre de esa manera, forma, o como quiera que se pueda decir. Sentia deseos, muchos deseos. Mis pezones, empezaban a sentir un pequeño cosquilleo, una imprudente e inusual  muestra de emocion, llevaba el maldito uniforme de la oficina, esa camisa blanca que odio, porque siempre se convertia a traves de las horas y del trabajo mas el malhumor gerencial en gris, o tiza, o del color menos deseado, mi pollera azul, clasica con mis zapatos de trabajadora eficiente. Pero esa noche, ese aroma, esa mirada, esas piernas, esa voz, ese micro, me habia realzado el valor de la maldita camisa blanca, todo se habia trasformado, parecia mas blanca, parecia de seda, porque veia que traslucia mis pezones, descarados con una sutileza, casi publicitaria. La brisa que entraba por las ventanillas, me hacen sentir eterea, mujer, sensual, libre de sentir y desear. Miraba hacia afuera, pero como la naturaleza humana y el deseo es magico, mi mirada me llevaba a ver ese rostro hermoso, adonico, cansado pero vital, mi vientre empezaba a sentir cosquillas, pudor, se endurecia para poder sostener el peso de su cabeza apoyada en el.
Que me estaba pasando, abro la ventanilla para respirar porque el pulso se me hacia cada vez mas rapido, irracional, los pechos crecian en forma que ni Anita Herber, podia ponerse en mi lugar, porque le hubiera dado verguenza.
Mi cabello empieza a soltar primero pequeños mechones, despues despreocupados en largas hebras de mi hermoso color negro natural, empiezo a darme cuenta que el estaba mirandome porque me estaba transformando, me estaba mostrando como jamas lo hubiera pensado que sucederia. Me sonrie, y empiezo a tener un sutil sudor que espero que no se de cuenta.
Gira ese cuerpo que empieza a ser cada vez mas hermoso como su rostro y sus piernas, me mira con una dulzura que se mezclaba con ese aroma que jamas se habia ido, me habia seguido todo el trayecto, esas naranjas, su voz se vuelve mas dulce como ese jugo que contendria ese maravilloso citrico imaginado. Fin de nuestro trayecto, aqui baja usted?. Me levanto con suavidad, acomodo mis cabellos, arreglo con toda femenidad el cuello de esa camisa blanca, me cuesta pararme.
Al bajar, me vuelve hablar para decirme. La felicito, se que se ha jubilado, espero que sea muy feliz. Antes de bajarme y verme en el reflejo de la ventanilla, le regalo, la canastita de caramelos de naranjas, que me habian dado como mi adios en la empresa, me dice muchas gracias y le contesto, gracias a ti por haberme regalado mi dulce viaje de naranjas.

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